En mi última visita a la bella ciudad de Madrid, con la cercanía de la Navidad y la magia del ambiente que llena de ese “no sé qué” que hace resplandecer las cosas, tuve la oportunidad de visitar a un músico español indie.
Y digo indie porque es un músico que emerge del amor y la pasión a lo que hace: el quehacer de la música. Sus composiciones, su autenticidad, su perseverancia y su tenacidad en lograr cada pieza lo hacen un punto diferencial. Él interpreta la música que le gusta, sin ninguna presión de tiempo o comercial. Él interpreta lo que le gusta, como le gusta. Pero este músico independiente es una verdadera caja de sorpresas: @Angel Diaz-Maroto, es un ingeniero en informática que, además de dedicarse a tiempo completo y con éxito en su profesión, cada momento libre que tiene lo dedica a su pasión: la música.
En esta visita tuve la suerte y el privilegio de escuchar su interpretación de Imagine, y durante su plática me detallaba paso a paso cómo iba integrando cada instrumento, y cuánto le había costado conseguir cada uno, cuánto tiempo probarlo y cómo lo seleccionaba al final.
En cierta parte me platicó del bajo, de cómo sonaba en esa nota precisa y cómo él luego lo sometería a evaluación con repetidas escuchas, para estar seguro de que esto era lo que quería lograr. Cómo el piano, a diferencia del bajo o la guitarra, jugaba un papel tan importante, y en solitario se escucha totalmente diferente a cuando escuchas una melodía en la que el piano es un actor secundario: éste simplemente entra en el momento correcto, con total armonía.
Si los demás instrumentos fuesen personas, diríamos que estas personas tienen la confianza total de que el piano entrará y se escuchará en el momento justo. El trabajo en equipo se basa en esto: en confiar en que el otro trabajará y hará lo suyo con el desempeño esperado. No puedo imaginar que un pianista interrumpa su melodía abruptamente y diga: “Es que no pude entrar a tiempo porque las teclas del piano no respondieron”. Esto simplemente no pasa en el idioma musical; todo está allí y junto se escucha bien… y el éxito es la armonía.
¿No es así como trabajamos en el día a día? ¿No es así como cada uno tenemos nuestra propia agenda de trabajo, que en solitario no “suena bien”? Al acoplar nuestros esfuerzos individuales con el esfuerzo común estamos trabajando en equipo. Todos los puestos son una contribución importante y, sin querer, depositamos y damos por hecho que todos están tan comprometidos con su agenda de trabajo. Pero ¿qué pasa si alguien en la cadena nos falla? ¿No se nos bajan nuestras expectativas? Se rompe totalmente el flujo de comunicación y de trabajo, y lo peor es la pérdida de confianza en nuestros compañeros de contar con lo que damos por hecho.
La gran diferencia es que en la música tenemos un tiempo para pruebas que nos permite remediar inconsistencias o mejorar las pruebas para que el producto final sea perfecto. Trabajando con clientes no siempre tenemos el tiempo de remediar las inconsistencias o la falta de precisión y las intervenciones tardías, y todos estos desempeños incumplidos impactan el flujo y lastiman las comunicaciones internas.
Los proyectos en equipo deben de ser como una melodía que suena perfectamente y en armonía con todos los instrumentos que intervienen.
Ahora como diría mi amigo Ángel: “Espero que disfrutéis nuestra versión de Imagine”.
Gracias, Ángel.
Por cierto, todas las intervenciones de los instrumentos calzan perfectamente, dando como resultado una melodía independiente y fresca. Espero escucharte pronto.